¿Por qué será tan importante “hacerse como niños” que hasta la Biblia misma lo dice?
¿Cuáles son esas cualidades efímeras propias de la niñez, que los adultos hemos perdido?
¿La inocencia? Pero no todos los niños son inocentes. Muchos cometen crímenes de todo tipo y algunos hasta han asesinado.
¿La veracidad? Los niños mienten. No sé cómo, ni dónde, lo aprenden, pero la mentira es una herramienta que utilizan muy eficazmente desde temprana edad.
¿La docilidad? Pregúntenle a cualquier mamá de un niño de dos años, metido en plena rabieta, si su hijo es dócil o no. Creo que ya conocemos la respuesta.
¿La bondad? Desde muy pequeños muestran actitudes de celos, envidias, enojos, corajes, y toda la gama de sentimientos “negativos”.
Entonces, yo me pregunto, ¿exactamente en qué consiste esto de rescatar a nuestro niño interno? ¿Al que fuimos a los 2, 4, 6, 8 años de edad, si casi podríamos afirmar que cada uno de ellos fue una persona distinta?
Durante el mes de abril, BrainForest nos invita a reflexionar acerca de este aspecto tan
importante. Comenzar por descubrir en qué momento nuestras mejores cualidades innatas se fueron tiñendo de cinismo, las reglas y normas sociales vencieron la característica de sentirnos ciudadanos libres del mundo, cuándo dejamos de jugar sin objetivos, soñar sin metas, vivir sin proyectos.
Durante el mes de abril, BrainForest nos invita a que nos volvamos a enamorar de esa personita que hemos sido desde nuestros primeros recuerdos. Ahondar en la memoria y rescatarla, sanarla, cultivarla. Volvernos nuevamente los artífices de nuestro modo de ser, auténticos y libres para expresarnos. Retomar ideales, ahora templados por el tiempo y las experiencias, sacarlos del baúl, desempolvarlos y pulirlos.
Volver a brillar como las estrellas que somos, con individualidad y apertura al mundo.
Volver a hacernos como niños, cualquiera que sea nuestra definición personal de la niñez.
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