top of page

LA BUENA COSECHA



¿Qué cosechan tus acciones?


Confieso que no soy una persona de campo. Tampoco soy urbana. No soy ni de la tierra ni del asfalto. Pertenezco a ese grupo ambiguo e indefinido, llamado “de los suburbios”.

Cuando me hablan de la siembra y la cosecha, me remito automáticamente a aquellas experiencias de la Escuela Primaria, donde sembrar significaba colocar un frijol en algodón remojado dentro de un vaso, ponerlo al sol y echarle agua cada vez que se nos ocurría. Esperar un tiempo y ver salir la plantita verde. ¡Y ya está! Obtenemos un diez de calificación.




"La siembra está vinculada a las acciones del presente que tienen consecuencias futuras"




Posteriormente, la siembra y la cosecha se convirtieron en los vocablos de una metáfora utilizados convenientemente por todo adulto para sus necesidades literarias y filosóficas: hablar de crecimiento y desarrollo, hablar de frutos… conveniente y fácil.

Pero resulta que sembrar para cosechar es un poco más complicado que esto, en sentido agrícola y en sentido figurado. Involucra muchos pasos y elementos, principios que a una persona “suburbana” jamás se le ocurrirían, como son:

Preparar la tierra: Descombrar, subsolar, arar, rastrillar, hacer surcos.

Sembrar la semilla: Tipos de semilla, métodos de siembra, distancia, profundidad.

Cuidar el cultivo: Competencia, plagas, abono, riego, poda, sequía, heladas, granizo.

Cosechar: Fruto – semilla, almacenar, enviar al mercado, preparar la próxima siembra, repetir el ciclo.

En su sentido simbólico, la siembra está vinculada a las acciones del presente que tienen consecuencias futuras. La acción de sembrar se refiere a una etapa donde se desarrolla una cierta conducta que, tarde o temprano, arrojará un resultado. Es un proceso que lleva su tiempo y dedicación, que exige aprender nuevos hábitos y deshacernos de otros, así como también, requiere cambios, transformaciones, adaptación… y mucha paciencia.

Esto, que podríamos llamar la Ley de la Siembra y la Cosecha, está presente en todo lo que hacemos, pensamos y decimos. Sin embargo, no siempre estamos conscientes de lo que estamos sembrando. Para ello, debemos guiarnos por algunos principios fundamentales, a saber:

1. Cosechamos según la semilla que sembramos: O como dice el refrán, No le pidas peras al olmo.

2. Cosechamos más de lo que sembramos: El resultado de la siembra será un árbol con muchos frutos que a su vez contienen muchas semillas.

3. Cosechamos en una época diferente de la que sembramos: La cosecha no es inmediata y, a diferencia de las cosechas del campo, la cosecha de la vida no tiene una fecha en el calendario.

Por último, cabe reflexionar:

Si tu vida fuera un huerto,

  • ¿Qué semillas has sembrado?

  • ¿Cómo te has encargado de su cuidado?

  • ¿Qué situaciones te han llevado a podar tus ramas?

  • ¿Has tenido que enfrentar inclemencias? ¿Cuáles?

  • ¿Has obtenido frutos? ¿Cuáles han florecido? ¿Cuáles se han marchitado?


6 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


bottom of page